martes, 22 de marzo de 2016

Concepción psicopedagógica del proceso de intervención del escolar con trastornos de conducta

Extracto Tomado: Dra Juana Betancourt  EMINENTE PSICOLOGA CUBANA en su libro:

Las perspectivas del trabajo del maestro para influir en el desarrollo de la personalidad del niño 

 La educación a escolares con trastornos de la conducta tiene leyes, principios y metodología que se sustenta en todos los fundamentos teóricos psicológicos planteados. Estas leyes y principios no están desvinculados de los postulados teóricos de la Escuela Histórico Cultural e Instrumental de Vigotski.

En este sentido, debemos tener clara la concepción general acerca de la enseñanza y la educación a estos escolares. La acción interrelacionada del proceso enseñanza y educación tiene un carácter correctivo compensatorio. En él se deben entrelazar de forma adecuada tanto el desarrollo de conocimientos, hábitos y habilidades, como el desarrollo de intereses, motivaciones y modos de actuar socialmente aceptables. La correcta caracterización por parte de los especialistas para la comprensión más exacta de las potencialidades de los escolares, partiendo no solo de  qué saben, sino qué es lo que le queda por saber y cómo lo pueden saber mejor, constituye el punto de partida para establecer de formas objetiva las estrategias de intervención más específicas. Debe propiciarse un proceso de enseñanza que coadyuve a la transformación social y personal.
La calidad de las estrategias no puede desentenderse del papel de la actividad y la comunicación. Se trata  de una actividad socializadora, orientada hacia la formación de motivos e intereses para una actuación consciente y hacia el desarrollo de cualidades positivas de la personalidad, y hacia la enseñanza de la toma de decisiones para realizar una acción y no otra lo cual implica una forma de conducta determinada.
El proceso de comunicación representa la expresión más completa de las relaciones humanas. Mediante ésta el hombre sintetiza, organiza y elabora de forma cada vez más intensa toda la experiencia y el conocimiento humano que obtiene como individuo en la sociedad.
En la comunicación interpersonal, dice N. Korniev... cada participante percibe al otro, como un sujeto, la reacción de uno provoca inmediatamente la reacción de respuesta del otro. Este intercambio de relaciones recíprocas fortalece o cambia la conducta de los que se comunican, provocan la activación bilateral de sus esfuerzos, con el objetivo de resolver, lo más rápidamente posible un problema común en ella, cada uno sirve al otro para servirse a sí mismo.
Para que la comunicación sea óptima es necesario que el escolar:
  1. Hable en primera persona, sin esconder sus sentimientos.
  2. Sepa expresar sus sentimientos abierta y francamente, de forma tal que lo que se diga, se corresponda exactamente con lo que se siente.
  3. Que no culpe en ningún momento a sus compañeros de las dificultades que puedan aparecer.
  4. Que plantee lo que le preocupa de manera más concreta y palpable posible.
Desde el punto de vista empírico, la adecuada comunicación implica que exista una convivencia tranquila, ya que mediante ésta se pueden comprender, conocer y aceptar las personas.
En este mismo sentido, B. F. Lomov plantea que...en las condiciones de comunicación se forma cierto mecanismo general, que une las acciones del sujeto... y el resultado de la comunicación se relaciona ante todo con uno u otro cambio en la conciencia, la conducta y las propiedades psicológicas de los participantes.
Por lo tanto en la comunicación se descubre el mundo subjetivo del escolar y mediante la misma se recibe información de los intereses, motivos, fines y formas de conducta de los alumnos que posibilitan al maestro conocer, controlar, modificar, estimular y en fin trazarse vías concretas de actuación para individualmente trabajar; atendiendo a las particularidades de su comportamiento.
La comunicación es una fuente de vivencias, pero además una fuente inagotable para la reflexión y elaboración de los criterios personales, mediante ella el individuo se expresa de forma creativa a partir de la participación y conocimiento que tengan en los diferentes aspectos de la vida mediante el lenguaje, donde se ponen de manifiesto sus sentimientos y manifestaciones.
La autorregulación de la conducta es otra tarea básica de la Pedagogía Especial. La autorregulación está en la base de muchas formaciones psicológicas tales como la autovaloración, la independencia, el autocontrol, la autoconciencia.
Enseñar a los alumnos autorregular su actuación es establecer un sistema de influencias que implique una intensificación en la acción terapéutica de manera que el alumno conozca y comprenda siempre qué hacer, cómo hacer y por qué, enseñándosele a tomar decisiones acertadas y a proponerse objetivos socialmente valiosos.
En este sentido se deben utilizar en todas las actividades escolares mecanismos de orientación, regulación y reforzamientos que posibiliten el enfoque sistémico y correctivo compensatorio.
Los escolares deben comprender la utilidad de las normas y exigencias que se enseñan teniendo una participación activa y dinámica en el análisis de esta; de manera que puedan reflexionarlas  y les resulten claras y exactas.
Debemos lograr también mayores posibilidades de independencia en la ejecución y puestas en práctica y un adecuado proceso de control  mediante la valoración y la reflexión.
Resulta importante en el aprendizaje de la conducta correcta establecer mecanismos que interrelacionen la percepción, la acción del área periférica y el lenguaje. El alumno tiene que aprender haciendo y reflexionando sobre la acción que va a realizar y es importante que sienta satisfacción por lo que hace.
La Pedagogía Especial para la educación de alumnos con trastornos de la conducta tiene también como tarea importante la enseñanza de la autovaloración en los escolares.

La autovaloración comprende el saber valorar sus propias fuerzas y posibilidades del yo, con espíritu crítico, calculando éstas con relación a las tareas y exigencias del medio circundante, es la base del nivel de aspiraciones, de pretensiones.
Debemos trabajar en función del desarrollo de la autovaloración, pues ésta constituye el elemento necesario también para la autoconciencia.
La autovaloración está presente en todo acto de conducta, es un factor importante en la orientación del comportamiento.
El carácter de la autovaloración determina la formación de ciertos rasgos de la personalidad, sufriendo transformaciones específicas de acuerdo con la edad.
Es comprensible la idea de que para lograr un estado psíquico normal es sumamente necesario estar de acuerdo consigo mismo, es decir,  saber autovalorarse adecuadamente y tener una idea correcta de las propias posibilidades.
Las valoraciones que hacen los demás de la actividad de los escolares y el valor que da el propio niño de los resultados de su actividad son elementos fundamentales para desarrollar en los alumnos con trastornos de la conducta de la autovaloración.
En este sentido juega un rol básico la intensificación de la aplicación de una teoría y metodología de grupo donde se interrelacionen ampliamente la dinámica e interacción de todos los miembros del mismo.
Lograr la interacción grupal implica la organización adecuada de todos los miembros y tareas a través de las cuales los niños se van a relacionar los unos con los otros como sistema social de desarrollo.
Para que el grupo cumpla su rol correctivo compensatorio la estructura de este debe tener un carácter tridimensional o tripolar. Esta se enmarca en la dinámica e interrelación que se establece entre el grupo, la tarea y el coordinador; entiéndase maestro quien se convierte en tercero excluido, estableciendo el diagnóstico de la realidad del grupo, conociendo sus necesidades y convirtiéndose como terapeuta en facilitador de la realización de la tarea del grupo.
Importante resulta que en las actividades en grupo se brinden posibilidades de comunicación de manera que se desarrolle la socialización y las relaciones interpersonales. Es necesario además, reflexionar y decidir las normas apropiadas para todos.
La unidad de criterio y  de acción en el colectivo pedagógico de todo el sistema de influencias educativas y correctivas compensatorias debe verse reflejada en la calidad de la organización plena de la actividad de aprendizaje; en la que tanto la dirección como la estimulación de la actividad cognoscitiva juega un papel fundamental.
Esta organización plena de la actividad de aprendizaje plantea pedagógicamente una interrelación dialéctica entre dos factores esenciales; lo temático y lo dinámico del proceso de enseñanza.
Lo temático está referido a la relación sistémica entre todos los componentes esenciales del proceso de enseñanza y lo dinámico está dirigido al aspecto contextual, es decir, a conocer a quiénes va dirigido el proceso para organizarlo teniendo en cuenta la caracterización de los escolares, cómo son sus relaciones, sus potencialidades cognoscitivas, afectivo motivacionales y de la conducta e incluso de la situación familiar. Lo relacionado con el tiempo, digamos también, el aquí y el ahora en el proceso dinámico de la actividad de aprendizaje implica el análisis de lo que el alumno puede hacer con ayuda y sin ayuda en un momento concreto, respetando el espacio de grupo como grupo y el de cada uno de sus miembros.
También es básico enlazar cada actividad con la vida cotidiana, en este sentido hablamos de poner en movimiento toda la actividad del grupo, la cual debe concluir siempre con un momento esencial de reflexión y de concientización con relación a lo acontecido. Esto nos permitirá conocer el mundo interior de todos los escolares.
El proceso de intervención de los alumnos con trastornos de la conducta tiene un carácter dual; es decir: intervenir al niño y a la familia.
El colectivo pedagógico debe saber todo lo relacionado con las familias, comprender mejor el grado de incidencia que ésta tiene sobre las manifestaciones educativas negativas de los alumnos. De esta manera podrá actuar sobre la influencia del hogar y modificar actitudes negativas hacia los niños y adolescentes, posibilitando un proceso correctivo compensatorio de mayor calidad.
Aspecto importante resulta la capacitación del personal para que aprenda a accionar educativamente con una escuela abierta a la diversidad, respetando la individualidad de cada niño en el grupo.
Resumiendo podemos plantear que:
Hay que reconocer que es imposible exigir del niño ninguna forma de conducta que no se le haya enseñado antes. Cualesquiera que sean los motivos del niño; él sólo podrá hacer lo que sepa cómo hacer; pues la conducta se aprende.
La conducta se realiza solo como condición de que el hombre quiera y pueda conducirse en una forma determinada, es decir, cuando además del motivo exista el conocimiento y la habilidad.
En la enseñanza de cualquier tipo de conducta existen componentes básicos; estos son: los conocimientos, los hábitos y las habilidades  cuya asimilación es necesaria para el cumplimiento exitoso de límites, normas, valores, etc. y hay que enseñárselos al niño de forma gradual y consecutiva. Así se motiva la conducta y se prepara al alumno para llevarla a cabo, después podrá dársele seguimiento.
La formación de la conducta necesita también de la orientación, una orientación que implique la enseñanza de modelos positivos de actuación mediante el EJEMPLO.
La organización y el cambio en el modo de vida escolar son factores educativos básicos para la conducta correcta.
Cuando el alumno participa activamente en la actividad y en todo el proceso educativo conoce más rápidamente e interioriza qué se espera de él, cuál debe ser el producto de su actividad y en qué medida ha alcanzado los resultados esperados. De este modo renace el interés y el empeño por la autodirección, se va logrando una conciencia de sí y mayor estima, desarrollándose las posibilidades de autovaloración y la capacidad de autocontrolar la conducta.

Debemos recordar siempre que el proceso de enseñanza y educación de los alumnos con trastornos de la conducta fracasaría si se limita a un conjunto de medidas externas de influencias sobre el educando, ignorando su modo interior, sus necesidades, sus pensamientos y aspiraciones. Esto obedecería a una comprensión mecánica, simplista y no humanista de la Educación Especial.

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