viernes, 12 de abril de 2013

¿PREPARAMOS A LOS DOCENTES PARA EDUCAR LA DIVERSIDAD?


RAMÓN LÓPEZ MACHÍN

MINISTERIO DE EDUCACIÓN - REPÚBLICA DE CUBA



A partir de reflexiones sobre las exigencias actuales  de la sociedad a los sistemas educativos, a la escuela y al profesorado, pretendemos proponer ajustes conceptuales y prácticos a la fomación profesional del personal docente.
Analicemos inicialmente algunos problemas de actualidad que acaparan la atención de los Sistemas Nacionales de Educación y de las Organizaciones Internacionales especializadas en esta función (UNESCO, UNICEF,  OEI, entre otras).
Los Sistemas Educativos del mundo trabajan actualmente por un objetivo general básico: elevar la calidad de la educación. Se ha alcanzado una clara conciencia de esta necesidad y de cuán importante y decisiva es la educación para el desarrollo de cada nación, e incluso para el desarrollo de la propia humanidad.
En cada país se ha elaborado un Programa de Acción, que recoge, a partir de la situación real del desarrollo alcanzado, las transformaciones que se requieren, las medidas necesarias, así como los objetivos y metas para lograr una renovación efectiva del sistema educativo.
El propósito de elevar la calidad de la educación contiene obligatoriamente el compromiso de garantizar una educación de calidad para todos, para lo cual se necesita reunir voluntad política, recursos económicos y la capacidad y preparación para trazar correctamente las estrategias transformadoras y concretar las acciones prácticas que exige la situación particular de cada lugar.

? Cuál es el papel de la escuela?

La escuela debe ser una institución abierta a la diversidad que se responsabilice con garantizar educación de calidad para todos sus alumnos, a pesar de sus diferencias.
El concepto de escuela abierta a la diversidad no puede interpretarse simplemente como un centro escolar que garantice un espacio físico a todos, que matricule a todos, sin segregar a nadie por razones, de raza, sexo, situación económica de la familia, grupo social, creencias religiosas o capacidad, sino como la institución con preparación y recursos psicopedagógicos y didácticos suficientes para garantizar el desarrollo máximo posible de todos sus educandos a pesar de sus diferencias.
Sin dudas, esta tarea de garantizar educación de calidad para todos en una escuela integradora constituye un verdadero reto profesional. Enseñar a los que aprenden con mayor facilidad, a los que desde pequeños han contado con todas las condiciones que facilitan su desarrollo, no es una tarea tan difícil para el profesional especializado en diferentes tipos y niveles de enseñanza, pero, buscar las vías, métodos, procedimientos y medios que garanticen el máximo desarrollo de cada educando de acuerdo con sus particularidades, es una labor mucho más compleja que exige preparación, estudio, reflexión y búsqueda de alternativas metodológicas para dar la respuesta educativa más adecuada a cada alumno.
Al referirnos a la diversidad que ineludiblemente siempre encontraremos en todo grupo de alumnos y al ajuste de la respuesta educativa a cada situación específica, reconocemos implícitamente que todos los alumnos tienen necesidades educativas que en muchos casos pueden coincidir, ser similares, y en otros son diferentes, particulares, individuales.
Los alumnos al enfrentarse a las exigencias de la escuela, a las complejidades del aprendizaje y otras, lo hacen en correspondencia con el nivel de desarrollo previamente alcanzado, con sus intereses, motivaciones, con los conocimientos y habilidades que ha logrado alcanzar o desarrollar, con sus estilos, con su capacidad organizativa, es decir, con sus recursos propios. Como resultado de ello, los alumnos progresan en el aprendizaje con diferentes ritmos, usando diferentes estrategias y con mayores o menores dificultades.
Por tales razones, hoy se impone con toda lógica y claridad la necesidad de la evaluación psicopedagógica de los alumnos (diagnóstico) como paso previo de la organización de las estrategias educativas desarrolladoras que aplicaremos con nuestros alumnos.
Por otra parte, y como complemento de lo anterior, va ganando cada vez más espacio la concepción de que los alumnos como centro de toda acción pedagógica, no son los que deben adaptarse a exigencias inflexibles de la escuela, sino, la escuela “abierta de la diversidad”, como señalábamos, la que debe adaptarse a las particularidades y necesidades de sus alumnos.
Dicho de otra forma, no podemos poner a los alumnos en función de métodos, estrategias educativas preconcebidas o regímenes organizativos inflexibles, inamovibles. El método o los métodos, las estrategias y toda la organización de la escuela deben estar en función de los alumnos, de todos, y del desarrollo de éstos. En función de ellos debemos elegir, buscar o descubrir las mejores estrategias educativas.
No puede haber “recetas didácticas” únicas para lograr un aprendizaje de calidad y desarrollo de los alumnos. El estudio, la indagación, la investigación para la búsqueda de soluciones se impone en el trabajo pedagógico.
César Coll (1) en una disertación sobre los fundamentos de la nueva concepción curricular puesta en práctica en su país señalaba:
-      ? Qué es aprender? – Aprender es construir significados que tienen para la persona que aprende un sentido” (2)
-      ? Qué es enseñar? – Enseñar es, en primer lugar, saber cómo aprenden mis alumnos y en segundo lugar, encontrar los recursos necesarios para que aprendan con mayor eficiencia, con mayor calidad” (3)

(1)  Coll, César (psicólogo, Cataluña, España) Fundamentos del nuevo currículo. Conferencia impartida a participantes en los cursos del Programa de Cooperación Educativa con Iberoamérica, Madrid, 1 de febrero de 1994.

(2)  Concibe el aprendizaje no como simple repetición de un conocimiento sino como interiorización, dominio, apropiación de algo que tiene para la persona un sentido. El alumno lo construye de manera individual, sin negar el papel del colectivo y del profesor, facilitador, conductor del proceso (Nota del autor).

(3)  Se refiere a recursos metodológicos: vías, métodos, procedimientos, medios, estilos, a sus necesidades, a sus diferencias, para así poder resolver sus dificultades. (Nota del autor).

Siguiendo tales fundamentos en cada escuela y en cada grupo se deben hacer determinados ajustes al plan curricular para responder adecuadamente a la realidad de los alumnos, a sus necesidades, a sus diferencias, para así poder resolver sus dificultades.
Para muchos educandos estos ajustes resultan efectivos, logran una nivelación y continúan el desarrollo normal de los programas escolares, sus necesidades educativas quedan resueltas en lo esencial.
No obstante, durante el curso pueden detectarse dificultades más significativas en el aprendizaje de algunos alumnos, no logran alcanzar los objetivos y dominar los contenidos curriculares como los demás, sobre todo en etapas en que esos contenidos van haciéndose progresivamente más complejos. Estos educandos que presentan mayores dificultades, que en muchas ocasiones son generales, y no específicas de un área o asignatura, requieren otros tipos de ayudas, otros recursos, necesitan ajustes de mayor envergadura.
El estudio más detallado de estos alumnos y su desarrollo, revela una amplia diversidad de razones influyentes o determinantes en su situación peculiar ante el aprendizaje. El término, actualmente empleado, de necesidades educativas especiales incluye también a estos educandos.
Es necesario conocer y valorar las dificultades de estos alumnos y los elementos causales que los determinan para enfatizar en lo que requieren para corregirlos y progresar de acuerdo con sus posibilidades.
De tal manera, la expresión alumno con necesidades educativas especiales remite al docente a la búsqueda de la respuesta educativa que algunos educandos precisan en determinados momentos o situaciones, no incluyen sólo a alumnos con déficit sensorial, motor o intelectual. Las necesidades especiales pueden estar determinadas por dificultades o carencias en el entorno familiar y (o) social, por una secuencia de desajustes en el aprendizaje en etapas anteriores o por una combinación de varios factores que influyen negativamente en el desarrollo del alumno: enfermedades prolongadas y ausencias a la escuela, cambios frecuentes de escuelas, deficiencias en el proceso de aprendizaje no detectadas y (o) no tratadas oportunamente, deficiencias en el trabajo docente y educativo de la escuela, falta de coordinación de influencias educativas (escuela, familia, comunidad) y muchas otras.
Las necesidades educativas especiales pueden estar presentes en cualquier tipo de escuela, nivel o grado y sólo podrán determinarse en un proceso de evaluación psicopedagógica integral del alumno y del contexto en que se desarrolla.
Después de todas estas reflexiones creemos que queda explicado por qué se habla de reto o desafío profesional para la escuela cuando se reflexiona sobre la complejidad que encierra el propósito de elevar la calidad de la educación, si se concibe para todos, en una escuela integrada, abierta a la diversidad, responsabilizada con el aprendizaje y el desarrollo de todos.

¿Cómo entonces preparar al profesorado para enfrentar tales desafíos?

“... en todo proyecto pedagógico, el alma es el maestro. El es el artífice por excelencia del desarrollo del trabajo con los alumnos, y de labrar el alma humana, que es lo más importante de la obra educacional..” (4)
Con estas sencillas y certeras palabras del profesor Horacio Díaz queda bien fundamentado el papel determinante del profesorado en la puesta en práctica de cualquier proyecto educacional, pero, lo hemos preparado suficientemente para enfrentar el desafío que representan las exigencias actuales que el desarrollo plantea a la escuela?.
Hemos encontrado, entre los contenidos curriculares de las carreras de formación del profesorado, en Cuba y en otros países, en épocas pasadas y en otras más recientes, disciplinas y el estudio de temas que han tenido la intención de preparar al maestro para enfrentar situaciones peculiares del aula, dar un tratamiento diferenciado e individual, orientar a las familias y buscar la mejor solución para sus alumnos cuando estos han presentado dificultades o desventajas.
De tal manera, en nuestros antiguos planes de formación de maestros han existido disciplinas como “Psicología del anormal”, “Los niños distintos”, “Fundamentos de Defectología”, y los temas: “Elementos generadores de desviaciones en el desarrollo”, “Trastornos conductales”, “Trastornos de aprendizaje” y en etapas más recientes asignaturas como “Fundamentos de Pedagogía Especial” y “Pedagogía Especial” que se han planteado tales objetivos.
No obstante, en muchos casos estos contenidos curriculares solo cumplían sus propósitos en el plano teórico y su alcance ha quedado en el enriquecimiento informativo y cultural de los estudiantes de las carreras pedagógicas, y no los preparaba realmente para el ejercicio de su profesión.

(4)  Díaz Pendás, Horacio: “Ser uno mismo hablando de creatividad” (resúmenes de un coloquio). Revista Educación No. 88 mayo-agosto, 1996. Segunda época, pág 2. Editorial Pueblo y Educación, La Habana, Cuba, 1996.

Por otro lado, existieron concepciones teóricas y de la práctica pedagógica, no particulares de un país, sino de carácter universal, que no situaban al maestro ante la necesidad de prepararse, buscar información e investigar para encontrar solución a los problemas de los “niños distintos”, de los alumnos con mayores dificultades para alcanzar los objetivos de los programas escolares.
Me refiero a momentos en que prevaleció la concepción del grupo-clase como grupo homegéneo o con un alto nivel de homogeneidad y la práctica de ubicar en escuelas especiales a muchos alumnos desventajados que no cumplen los objetivos del grado o con dificultades marcadas en el aprendizaje, lo que algunos autores han denominado “la práctica de segregar alumnos para homogeneizar grupos”.
Esta práctica acondiciona a las escuelas a trabajar con alumnos de rendimiento promedio o alto redimiento e incluso a no aceptar el regreso de algunos que debían transitar de las escuelas especiales a las generales por considerarse superados y preparados para ello.
En muchos docentes se formó la concepción de que los “alumnos con dificultades” eran de la educación especial, ellos lo que debían hacer era caracterizarlos y remitirlos a los Centros de Diagnóstico y Orientación.
¿Qué consecuencias pueden derivarse de la no preparación de los docentes para educar a la diversidad?
A nuestro juicio tres consecuencias esenciales:
·     La apresurada valoración de que un grupo (cada vez mayor) de niños debe ir a las escuelas especiales que es donde podrían encontrar una respuesta educativa adecuada a sus necesidades (sin considerar que esa “educación especial” pudiera brindarse en cualquier tipo de escuela).
·     La deserción o desvinculación del sistema educacional de alumnos que fracasan y no encuentran solución a sus necesidades educativas en la institución escolar.
·     Pérdida de autoridad y prestigio de la escuela y por consiguiente, de su colectivo pedagógico.
¿Qué proyecciones nos hemos planteado a partir de las reflexiones anteriores?
En Cuba, como resultado del estudio de los problemas actuales de los sistemas educativos, de nuestra propia realidad y del proceso permanente de validación de los diseños curriculares, se trabaja tanto en el plano conceptual como en ajustes de contenido y se promueven experiencias de investigación-acción que ponen en práctica formas diferentes de tratamiento a las diversas necesidades educativas en la escuela. En las carreras pedagógicas se precisan algunos conceptos y se introducen otros en los programas docentes, fundamentalmente en las disciplinas de formación psicológica y pedagógica y en las didácticas específicas de cada currículo.
En relación con el tratamiento al contenido, consideramos ante todo, que el propósito de preparar al docente para educar a la diversidad no puede ser objeto de atención de una asignatura o disciplina, sino que requiere de una respuesta curricular integral y todas las disciplinas y actividades curriculares deben responsabilizarse con el logro de este importante aspecto de la formación profesional.
Ante tal responsabilidad, no subestimamos las disciplinas dirigidas a la formación cultural general vinculadas esencialmente a la consolidación de la plataforma cultural general de maestro o profesor.
Sólo señalaremos a manera de ejemplo, la importancia inestimable de las habilidades comunicativas: la posibilidad que tenga el docente de explicar bien, de diferentes formas si fuese necesario, de comunicarse con personas con diferentes niveles de comprensión, de ejemplicar, ilustrar, establecer comparaciones, de narrar de manera atractiva, clara y sencilla todo ello ¿no constituye una excelente premisa para el empleo eficiente de cualquier método de enseñanza, aún en el caso de que esté disminuída la capacidad de comprensión? ¿No es este maestro más atractivo, motivante y convincente? ¿Y no es modelo para el desarrollo de tan básico elemento como es el dominio de la lengua materna en sus educandos?
Una contribución fundamental en la preparación del profesorado para educar a la diversidad la corresponde a las disciplinas del ciclo pedagógico y psicológico.
Es importante que se aprovechen todos los momentos y actividades para explicar, mostrar y demostrar que los grupos clase atendiendo al desarrollo de sus miembros, a su ritmo de aprendizaje, a su capacidad general, constituyen ineludiblemente una diversidad y que el papel del docente es educarlos y desarrollarlos a todos para lo que tiene que emplear diferentes vías, procedimientos, métodos, estilos y medios.
Al estudiarse las regularidades en el desarrollo de la personalidad, que efectivamente existen y pueden constatarse en los grupos etáreos, en los grupos de estudio, en todo grupo humano, enfatizamos también la presencia inevitable de individualidades, de personas distintas en cualesquiera de las área de desarrollo y se reflexiona en la importancia práctica de esta realidad para el ejercicio de la profesión del docente.
¿Qué sucede en una escuela cuando en ella todos reconocen las diferencias en estilos y están dispuestos a tratarlas y manejarlas?
Ante todo la diversidad de la personalidad humana se acepta como norma. Se espera que dirigentes, maestros, estudiantes y padres sean diferentes. Cuando esperamos que las personas sean diferentes, entramos en sintonía con las suposiciones de éstas en relación con asuntos, problemas y preguntas. (1)
La diversidad es abundante y libre. Si se usa de manera sabia, deliberada y constructiva, ésta se convierte en un recurso renovable y controlado a disposición de las escuelas. Debemos aprender a usarla bien”(2)
Nos planteamos por tanto, como cuestión esencial, preparar en todas las carreras pedagógicas a los futuros docentes, para realizar la evaluación psicopedagógica o diagnóstico integral de sus alumnos. En tal sentido, es preciso concebir esta evaluación o diagnóstico, no como un momento, sino como un proceso continuo, permanente de estudio de las particularidades positivas o negativas de los alumnos que educamos, como paso previo a la organización de las estrategias educativas con el grupo y de manera individual con todos sus miembros.
No proceder de esta manera, nos llevaría a trabajar sin orientación, probando sin fundamento, qué métodos, estilos o formas de trabajo nos podrían dar resultado y a fin de cuentas, ésto puede conducir a un fracaso ya sin remedio, por no haber podido trabajar de manera preventiva, oportunamente correctiva.
Cuando hablamos de evaluación psicopedagógica o diagnóstico tenemos en cuenta dos acciones a él vinculadas: el seguimiento de los resultados (tratamiento a necesidades educativas) y continuidad del proceso evaluativo.
Otros dos elementos importantes relacionados con el tema de la evaluación psicopedágógica o diagnóstico en la preparación del profesorado, son: los métodos a aplicar para realizar este estudio integral de sus alumnos y la búsqueda de soluciones una vez que cuente con resultados.

(1)  Burke, Pat y Gorger Stephen. Marching to Differente Drummers. Jaboc Printing Company, SCD, EE.UU, 1988, pág.22.
(2)  Barth, Rolaud. Run School Run. Cambridge University Press, Cambridge, Mass, EE.UU, 1980. Pág. 16

En cuanto a los métodos a aplicar debe ampliarse la concepción del docente, no puede dejarse de tratar como uno de los métodos fundamentales la observación. Nos hemos propuesto enseñar al futuro docente a observar, a no perder ninguna de las “señales” que emite el propio alumno, acerca de su situación peculiar ante el aprendizaje, las cualidades de su personalidad, el desarrollo alcanzado, sus dificultades, desventajas, necesidades y potencialidades. Hay que aprender a captar toda esa información que proporciona el propio alumno, interpretarla y emplearla en el hacer que profesional.
Debemos pertrechar al profesorado con otros muchos métodos de diagnóstico como son las pruebas pedagógicas, el estudio de los resultados de la actividad, las entrevistas a padres, a otros docentes que trabajan con sus alumnos, al propio educando y otras personas que puedan ofrecer información útil para la labor educativa; el estudio de documentos del alumno (expedientes, evaluaciones anteriores, etc); visitas a los hogares para valorar en las condiciones socioeconómicas y ambientales en que se desarrolla, sociograma y otras técnicas que puedan contribuir al fin planteado. Mientras más conozca el docente a sus alumnos, mejor podrá educarlos.
·     Enseñamos a los futuros docentes a estudiar los resultados de las técnicas de diagnóstico aplicadas, cruzar informaciones obtenidas por diferentes vías, buscar no solo dificultades, sino también aspectos positivos, posibilidades, potencialidades de desarrollo que de la misma forma sirven de puntos de apoyo para la labor pedagógica.
·     Enfatizamos en la necesidad del empleo de una Didáctica funcional, flexible con un carácter heurístico, vista en el contexto pedagógico integral, vinculada a la investigación, centrada en el alumno y su desarrollo.
Relacionado con tal concepción, se propicia la búsqueda de estrategias instructivas que faciliten mejor el proceso de aprendizaje: juegos, dramatizaciones, observación dirigida, actividades prácticas, etc, y seleccionar los recursos didácticos más idóneos (salidas al entorno, elaboración de materiales, medios audiovisuales y presentación de otros medios que el alumno pueda manipular, entre otros).
En tal sentido la didáctica se valora como un conjunto de recursos psicopedagógicos que vincula la instrucción con la educación, lo preventivo, lo correctivo y lo desarrollador, lo conocido y lo por conocer, lo curricular y lo extracurricular, el trabajo del maestro con el trabajo independiente del alumno, el contenido curricular con la vida.
Perseguimos el objetivo de preparar al maestro para dar solución a situaciones típicas de aprendizaje y desarrollo en zonas rurales, montañosas, a alumnos con desventajas de diferentes tipos y dificultades generales o específicas del aprendizaje.
El docente debe garantizar además, que la enseñanza sea socializadora (propicie el trabajo en equipo, la participación y las relaciones grupales) e individualizada (permita la adaptación a cada alumno a su ritmo y nivel de aprendizaje. Es imprescindible por tanto, que preparemos al estudiante de las carreras pedagógicas no sólo con estas concepciones, sino que adquiera recursos prácticos, diversidad de métodos y estilos de trabajo para enfrentar tales situaciones.
Consideramos necesario que a la luz de concepciones actuales y del análisis de problemas prácticos de los sistemas educativos y de la escuela deben encontrar espacio en los programas curriculares los siguientes contenidos: los conceptos de calidad de la clase, la evaluación del aprendizaje, y su evolución, el concepto actual de calidad de la evaluación del aprendizaje, las teorías del diseño curricular y otras.
No podemos desatender la preparación del docente para el trabajo con alumnos aventajados o talentosos. Ellos también, si aplicamos rigurosamente el concepto, son alumnos con necesidades educativas especiales y debe encontrarse la respuesta educativa que necesitan para facilitarles escalar a estadios superiores de desarrollo.
Debemos destacar el papel que desempeñan las actividades prácticas de los estudiantes de las carreras pedagógicas en la escuela, donde pueden observar, desde los primeros momentos de su formación, la existencia de la diversidad que definimos en el aula universitaria y donde valoran qué se hace en cada escuela o hace cada docente para dar respuesta a las necesidades educativas de sus alumnos, cómo atiende a los que presentan dificultades o a los talentosos, desde la clase o en horarios extraclase, cómo se da seguimiento y continuidad a la evaluación psicopedagógica, si se tiene éxito o no en las estrategias aplicadas, ¿qué se hace en caso de que no sea exitoso el trabajo?
La preparación de los docentes para la investigación de los problemas esenciales del sistema educativo y especialmente de la escuela proponiendo soluciones novedosas y creativas es un complemento inapreciable en la preparación del profesorado para educar a la diversidad.
Las sugerencias que proponemos constituyen más que ajustes de planes de estudio o programas, cambios en algunas concepciones o profundización en otras que ya en nuestro país se vienen aplicando.
Estamos seguros de que con una mejor preparación de los docentes para enfrentar la complejidad de los problemas que enfrenta la escuela y las exigencias actuales que se plantea al sistema educativo contribuiremos a alcanzar el objetivo de elevar la calidad de la educación para todos.
Bibliografía:

Barth, Roland. Run School Run. Cambridge University Press, Combridge, Mass, EE.UU., 1980.
Burke, Pat y Gargen Stephen. Marching to Different drummers. Jaboc Printing Company, ASCD, EE.UU., 1988.
Coll, César: Fundamentos del nuevo curriculo. Conferencia impartida a participantes en los cursos del Programa de Cooperación Educativa con Iberoamérica, Madrid, 1ro. De febrero de 1994.
Illan Romeu, Nuria, Universidad de Murcia, España: El movimiento de la integración y el desarrollo de una nueva cultura: la cultura de la integración. Ponencia Congreso Pedagogía’95, La Habana, Cuba, Febrero de 1995.
________________ :Actualidad en educación de alumnos con necesidades educativas especiales (ponencia).
Ministerio de Educación y Ciencia. Adaptaciones Curriculares. Primaria, Madrid, España (sin fecha).
________________ : Los alumnos con necesidades educativas especiales. Secundaria Obligatoria, Madrid, España (sin fecha).
Revista Educación No. 88 /mayo-agosto, 1996 Segunda época. Editora Pueblo y Educación, La Habana, 1996. Resúmenes de un coloquio “Ser uno mismo. Hablando sobre creatividad”.

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LA INTEGRACIÓN ESCOLAR


 RAMÓN LÓPEZ MACHÍN

                                                              MINED-CUBA


Interpretamos la integración escolar, valorando sus propósitos humanistas, como una forma abierta, socializadora por excelencia, normalizadora, ideal de concebir la educación y desarrollo de los niños.
Se persigue ante todo garantizar equidad, igualdad de oportunidades a todos, educación en las condiciones más normales y desarrolladoras posibles a pesar de las diferencias del desarrollo peculiar de cada persona.
La integración escolar está íntimamente vinculada a otros términos y conceptos empleados actualmente en las ciencias de la educación y en la bibliografía especializada, cómo son:  “educación inclusiva, escuela inclusiva”, “educación de la diversidad”, “escuela abierta a la diversidad”.
En tal sentido, percibimos la integración escolar en dos dimensiones:
Por una parte, la inclusión de todos, la búsqueda de una educación de calidad para todos sin exclusiones por razones de nacionalidad, raza, sexo, grupo social, religión o capacidad.
Es decir, nos referimos a la escuela abierta a la diversidad por que lleva implícita la idea de complejidad y reto profesional, pues se trata de educar a grupos de alumnos que tienen poco de homogéneo y mucho de diferente.
Para la escuela la diferencia más significativa se relaciona con la preparación desigual de cada alumno para acceder a nuevos aprendizajes y a nuevos estadios de desarrollo, cuando  debe responsabilizarse con promover y garantizar ese desarrollo.
De tal situación se desprenden variados problemas a investigar para las ciencias de la educación, pues la cuestión se plantea no en términos de integración física o de una simple inclusión, no es solo que el alumno pueda entrar en la institución, sino que ésta garantice su permanencia en ella y que culmine con éxito, es decir, resuelva al menos, sus necesidades básicas de aprendizaje y alcance el máximo desarrollo posible de sus capacidades.
El problema no es que cada niño pueda acceder a la escuela, sino que pueda acceder al desarrollo a pesar de sus diferencias.
La otra dimensión de la integración escolar, quizás de mayor complejidad que la primera y que ha generado no pocas controversias profesionales y hasta una fuerte reacción de resistencia prácticamente en todos los sistemas educativos, es la integración de alumnos con necesidades educativas especiales a la escuela general o común.
Se trata de integrar a niños que presentan limitaciones o desventajas físicas, motrices, sensoriales, psíquicas o mentales que requieren del empleo de estrategias educativas especiales y muchos de ellos incluso una atención multidisciplinaria (médica, psicológica, logopédica, pedagógica).
Entre los alumnos con necesidades educativas especiales se suele incluir también a niños que sin presentar limitaciones orgánicas, congénitas o no, han acumulado toda una historia de desventajas sociales, abandono, pobre motivación por el aprendizaje y la escuela, deprivaciones socio-culturales por lo que presentan significativas dificultades para aprender y también necesitan ayudas especiales, lo que no significa solo más ayudas (no es solo un problema cuantitativo), sino mejor organizada y especialmente dirigida a la solución de sus dificultades básicas, dicho de otra forma, requieren de educación especial.
Muchos autores llaman la atención sobre otro tipo de niños que comúnmente también pueden encontrar dificultades en la escuela, si no se está preparado para enfrentar sus necesidades: los niños aventajados o talentosos que deben incluirse en este concepto de necesidades educativas especiales ya que necesitan de igual forma de estrategias pedagógicas no comunes, de búsqueda de procedimientos didácticos diferentes.
De tal manera, la educación especial que tradicionalmente se concibió como un sistema aislado, apartado de la escuela común, separado y muy diferente, hoy se extiende, se incluye, se integra a la escuela general, no solo porque se encuentran allí muchos niños que antes iban a las escuelas especiales, sino también porque hoy es universalmente reconocido que cualquier niño puede en un momento determinado, por disímiles causas y en cualquier contexto educativo presentar dificultades en el aprendizaje y requerir de ayudas especiales.
Se reconoce además, que si la escuela y el colectivo pedagógico están preparados y tienen a su disposición los recursos didácticos que necesitan, todos los alumnos pueden aprender y desarrollarse.
Por supuesto, todas estas posiciones no le restan complejidad al reto que se plantea a la escuela integrada, además debe admitirse que una cosa es la teoría, las posiciones generales, los principios y fundamentos de la integración escolar y la otra bien distinta, la preparación real y concreta que pueda tener cada escuela, cada colectivo pedagógico en cada localidad, región o país para enfrentar el reto y las nuevas exigencias. Esta es una de las causas de las controversias en torno al problema y las reacciones de resistencia que se manifiestan, conscientes o no, en los docentes.
Otro elemento de discusión son las actitudes extremas asumidas por los sistemas educativos al respecto: o muy conservadores o apresuradamente renovadores.
Algunos han asumido la cautela, el estudio como reacción ante la integración de alumnos con necesidades educativas especiales.
En tal sentido, la crítica que plantean con énfasis muchos docentes y otros especialistas al sistema educativo se fundamenta no tanto, en la imcomprensión o en una actitud contraria a la integración escolar, como en el hecho de que se asume la política integracionista mediante una decisión administrativa sin haber preparado todas las condiciones para que ese sentido humanista de la integración escolar se traduzca en un beneficio real para todos los alumnos de la escuela, es decir, no situar al niño como centro de cualquier decisión en el contexto educativo.
Los que asumen la integración escolar mediante una decisión administrativa y de manera apresurada, generalmente son criticados por seguir un modelo integracionista importado, general, que copian acríticamente sin tener suficiente tiempo de adecuarlo a sus propias condiciones o preparar dichas condiciones para poder aceptar el reto.
Somos partidarios del paso de la cultura de la segregación a la cultura de la integración pero esto debe constituir un proceso que nos permita preparar al sistema educativo para asumir el nuevo proyecto. Al referirnos al “sistema educativo” incluimos no sólo a los docentes y especialistas de la educación, sino también a la familia, a la comunidad y a los propios niños, pues para lograr integración escolar es necesario antes lograr aceptación comprensión, integración social.
Por otra parte, consideramos que no todos los alumnos con necesidades educativas especiales podrían integrarse a la escuela común, sin dejar de comprender que mientras más preparado esté el sistema educativo, mucho más niños encontrarán solución a sus problemas en la escuela general y menos cada vez necesitarán de escuelas especiales.
Nos referimos a los casos más complejos de alumnos con deficiencias intelectuales severas o profundas u otros con limitaciones muy marcadas, para los cuales el medio más desarrollador no lo encontrarían en la escuela general, sino en instituciones más especializadas, con mejores posibilidades de atender sus necesidades específicas.
¿Qué condiciones esenciales se encontrarían para la integración escolar de alumnos con necesidades educativas especiales.?
Según nuestro criterio la condición primera y más importante sería la preparación del profesorado para asumir responsablemente el desafío que se le plantea a la escuela: todo proyecto educativo, cualquier innovación en materia educativa tiene que pasar por este requisito como precondición de éxito.
-      Otro elemento importante sería la preparación de la familia, de la comunidad y de la propia escuela integrada, lo que podría garantizar un clima, de socialización, normalización y desarrollo para todos.
-      La limitación de la masividad en los salones de clase es para nosotros otra condición importante pues facilitaría un tratamiento deferenciado y personalizado a los alumnos, una atención más sistemática al desarrollo y dificultades que pueda ir presentando cada uno de ellos y además propiciaría la aplicación de variados recursos didácticos propios de una enseñanza desarrolladora donde la participación activa del alumno y las interrelaciones educador-educando tiene vital importancia.
-      La asunción del estudio diagnóstico previo y como proceso continuo de todos los alumnos y de sus condiciones de desarrollo, como procedimiento científico y como principio pedagógico, tiene que ser el fundamento de las estrategias educativas grupales, diferenciadas y personalizadas que se aplican.
-      La flexibilidad de aplicación de programas y normativas escolares y su adaptación del grupo o individuales de los alumnos se impone como requisito indispensable para la escuela integrada.
El centro debe ser el alumno y su desarrollo, esa es la razón de ser de la escuela por lo que tanto la organización, regímenes escolares, métodos procedimientos, condiciones y hasta objetivos son susceptibles de ser modificados en función del desarrollo de los alumnos.
La escuela no podría continuar con normas rígidas a las que los alumnos tendrían que adaptarse, lo que generaría determinadas formas de segregación a grupos de alumnos.
La escuela debe estar atenta y regirse por las demandas y necesidades de sus alumnos.
En relación con lo anterior pueden plantearse dos condiciones más, necesarias para la integración de alumnos con necesidades educativas especiales: Las adaptaciones de acceso  al currículo y las adaptaciones curriculares.
Las primeras (adaptaciones de acceso al currículo) tienen gran importancia educativa y desarrolladora por su repercusión psicológica en la personalidad de estos alumnos.
Es extraordinariamente importante que el propio alumno con limitaciones físicas, motoras, sensoriales y de otro tipo pueda acceder por sus propias fuerzas a su salón de clase, a las lecciones, a los contenidos, y autovalerse de la forma más normalizadora posible.
Por tal razón se eliminan barreras arquitectónicas, se instalan barandas en las paredes, se acondicionan servicios sanitarios con aditamentos especiales y se aplican muchas otras tecnologías para aprovechar al máximo las posiblidades sensoriales de un niño ciego o sordo, por ejemplo.
-      Las adaptaciones curriculares persiguen hacer corresponder las exigencias curriculares con el ritmo de aprendizaje, con el desarrollo actual y potencialidades concretas y específicas de un grupo de alumnos o de alguno de ellos.
Esto también facilita acceder a nuevos estadios de desarrollo, disminuir el ritmo, incluir contenidos-base o realizar determinadas exclusiones no básicas para permitir interiorizar otros aprendizajes básicos.
Pueden haber variadas modalidades de adaptación curricular, incluso hasta llegar a diseños curriculares personalizados.
Por supuesto pueden citarse muchas otras condiciones organizativas ambientales o metodológicas que facilitarían el éxito de la integración escolar, solo señalaremos algo más que consideramos importante: la ayuda, el asesoramiento, la tutoría que precisan las escuelas que se inician en el trabajo de integración de alumnos con necesidades educativas especiales.
Este trabajo lo realizan psicólogos, pedagogos especializados, logopedas u otros especialistas con la experiencia suficiente para auxiliar a la escuela en el estudio diagnóstico de sus alumnos y en diseño y evaluación de las estrategias educativas y desarrolladoras a seguir.

¿Es buena o no la integración escolar?

Como habíamos señalado es un tema controvertido, aunque ha ido ganando partidarios, también se hace célebre por sus detractores.
Hay autores y especialistas que simplemente plantean “es buena si se hace bien” y por supuesto originan entonces una nueva discusión.
Un problema a estudiar entre muchos otros se plantea en la siguiente interrogante: ¿cómo conciliar las indiscutibles bondades socializadoras de la integración escolar de alumnos con necesidades educativas especiales con las inprescindibles necesidades básicas de aprendizaje para una futura integración socio laboral y preparación para la vida adulta e independiente?
¿Integración escolar sin asegurar una futura integración social?.
Es incuestionable que por sus peculiaridades del desarrollo, los alumnos con necesidades educativas especiales presentan limitaciones o desventajas para acceder a niveles escolares subsiguientes o que puedan determinar un desfasaje significativo con el resto del grupo. Esto puede ocurrir aún cuando se aseguren las mejores condiciones educativas ¿fue la escuela general el medio más desarrollador?.
Señalaremos finalmente una última reflexión: la idea de la integración escolar de alumnos con necesidades educativas especiales no es tan contemporánea y actual como en ocasiones se puede pensar, aunque justo es reconocer que en los últimos veinte (20) años se ha convertido en una fuerte tendencia en la concepción de la Educación Especial e incluso en política oficial de muchos sistemas educativos.
La integración escolar de alumnos con necesidades educativas especiales como opción educativa fue considerada e incluso defendida por algunos profesionales con especialidades afines a las Ciencias de la Educación desde las primeras décadas del siglo XX.
El psicólogo ruso Lev Semionovich Vigotsky (1896-1934), cuya obra ha alcanzado una notoria difusión en la actualidad, defendió reiteradamente en numerosos artículos científicos y ponencias, la idea de las enormes potencialidades de desarrollo de los “niños con defectos”, identificaba las leyes del desarrollo psíquico de niños “normales y de niños con defectos”, proclamaba la máxima socialización posible de estos alumnos como vía para alcanzar el desarrollo y planteó directamente la idea de que los alumnos ciegos, sordos, u otros que asisten a las escuelas especiales están aptos para todas las facetas de la conducta humana y pueden educarse en las condiciones de la escuela general.
L. S. Vigotsky criticó duramente a las escuelas especiales de su época por su paternalismo, sobreprotección, el énfasis en lo asistencial, en la cura del defecto y señaló que “a pesar de sus méritos, la escuela especial se distinguía por encerrar al educando (al ciego, sordomudo y retrasado mental) en el estrecho círculo del colectivo escolar, crea un mundo pequeño, separado, aislado en el que todo está adaptado y acomodado al defecto del niño, todo fija su atención en la deficiencia corporal y no los incorpora a la verdadera vida”(1).
Según nuestro criterio el problema actual sería definir en cada caso individual concreto cuál sería el medio educativo más desarrollador y normalizador posible, situando como factor primario y determinante al propio niño y su formacion integral ¿la escuela general o especial?.
Siempre que se pueda dar una respuesta real y eficaz a las necesidades educativas del niño en la escuela general, esa sería la decisión más acertada y desarrolladora.
La escuela especial no debe desaparecer, tiene y tendrá una importante función y ella misma puede ser cada vez más socializadora, más integradora y desarrolladora.

(1)                L.S. Vigotsky. Obras completas. Tomo V. Editorial “Pueblo y Educación”. La Habana, 1995 (Primera reimpresión), página 41.

Bibliografía

-      López Machín, Ramón: ¿Qué es la integración escolar?. Ponencia II Congresso de Educación Especial, junio 1997, La Habana, Cuba.
-      ____________________: ¿Preparamos a los docentes para preparar a la diversidad?. Ponencia Congreso Pedagogía ’97, febrero 1997, La Habana, Cuba.
-      ____________________: Actualidad en Educación de alumnos con necesidades educativas especiales. Ponencia. Educación de alumnos con necesidades educativas especiales. Fundamento y actualidad. (En proceso de edición).
-      Vigotsky, L.S. Tomo V. Obras Completas. Editorial “Pueblo y Educación”, La Habana, Cuba, 1995 (Primera reimpresión).

jueves, 11 de abril de 2013

Curriculum y atención a la diversidad.


Pilar Arnaiz Sánchez.
Universidad de Murcia (España).
Arnaiz Sánchez, P. (1999). Curriculum y atención a la diversidad. En M.A. Verdugo Alonso y F.B. Jordán de Urríes Vega (Coord.). Hacia una nueva concepción de la discapacidad. Salamanca: Amarú Ed., pp. 39-61.

Introducción.
1. Diversidad y Curriculum.
2. Cómo dar una respuesta educativa acorde a todos los alumnos a través del curriculum del aula.
2.1. ¿Currículum estándar o currículum para la diversidad?¿adaptaciones curriculares?.
3. Estrategias para la puesta en práctica de un currículum para todos. 
Bibliografía.
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INTRODUCCIÓN

Quizás una de las principales novedades de la reforma de nuestro sistema educativo haya sido la aparición de un único curriculum para todos los alumnos, que termina con la duplicidad curricular existente hasta el momento. Un único sistema educativo que contempla ahora las necesidades educativas de los sujetos escolarizados en él, tengan o no necesidades especiales. Atención que no está centrada como antes en las deficiencias de los sujetos, sino en el conjunto de recursos educativos que la escuela debe prever para dar una respuesta social y educativa a aquellos sujetos que temporal o permanentemente necesiten atenciones específicas acordes a su forma peculiar de ser y desarrollarse.

Atrás quedó la existencia de dos sistemas educativos paralelos (sistema ordinario y sistema educativo especial), con dos curriculums diferenciados (normal y especial), que para nada facilitaban una respuesta educativa diferenciada y atenta al principio de igualdad, consistente en ofrecer las mismas oportunidades educativas a todos los alumnos; y de equidad, cada alumno tiene sus necesidades y potencial específico que es necesario respetar y desarrollar.

No debemos olvidar, asimismo, en todo este proceso, el cambio que ha propiciado la aparición del concepto de necesidades educativas especiales (Informe Warnock, 1978). Este, al centrarse en los problemas del niño en cuanto a su proceso de enseñanza /aprendizaje y olvidar el lenguaje de las deficiencias, sitúa el énfasis en la escuela, en la capacidad del centro para ofrecer una respuesta educativa a los alumnos escolarizados en él. Ahora, el concepto de dificultades de aprendizaje se torna relativo, ya que depende de los objetivos que se planteen, del currículo establecido, de los niveles que se exijan y de los sistemas de evaluación que se apliquen. Ante esta nueva situación, el sistema educativo deberá dotarse de los medios que le permitan dar una respuesta ante las necesidades educativas específicas de los alumnos, o de lo contrario no proporcionará ningún instrumento válido que ayude a resolver estos problemas.

Dos son las características básicas que perfilan el papel del centro escolar en el proceso integrador: la idea de fusión de la acción educativa general y especial en una síntesis unitaria; y la implicación institucional del centro en el proceso. Es necesario resaltar aquí la importancia otorgada a la institución escolar como promotora del cambio, siempre que haya una implicación y participación activa y colectiva de los miembros del centro en la búsqueda de soluciones institucionales (Escudero, 1991; 1992; 1994). Desde este enfoque, se postula una reconstrucción de la escuela que cambia desde las asunciones teóricas más elementales a los métodos y prácticas tradicionales. Ello supone acomodar el entorno a todos los alumnos en todas las áreas curriculares, ofrecer los mismos recursos y oportunidades de aprendizaje y socialización para todos los niños en un mismo contexto escolar, sobre una base de tiempo total (Wang, 1994) o reconceptualizar y adaptar la organización escolar como conjunto, como un todo que no se puede abordar fragmentando sus partes (Gartner y Lipsky, 1987).

Esta visión ha dado lugar al desarrollo de reflexiones e investigaciones desde teorías y prácticas distintas, pero todas ellas con el objetivo común de crear una situación educativa única, totalmente abierta a la diversidad, y que implique a toda la institución escolar (Wang, 1994; De Luca y otros, 1982; Biklen y Blat, 1985; Canevaro, 1988).

El proyecto para la reforma de la enseñanza propone, pues, una escuela renovada en la que quedan implícitos los principios de normalización e integración que desde que se publicara el Plan Nacional de Educación Especial (1978) estaban ya guiando y orientando la política educativa de nuestro país.

Evidentemente, el Plan Experimental de Integración supuso en su momento la piedra de toque para la reforma. Los distintos estudios desarrollados en nuestro país en torno a dicho plan (Illán, 1988, 1989; MEC, 1988, 1989a, 1990a; López Melero, 1990; García Pastor, 1991; Parrilla, 1992), dieron debida cuenta de que una de los grandes problemas, a la hora de desarrollar con éxito la integración, era el curriculum existente (Programas Renovados), que no permitía adaptarse y, lo que es más importante, conseguir el equilibrio necesario entre las demandas de ese curriculum cerrado y las necesidades especiales que presentaban los alumnos que estaban siendo integrados (Brennan, 1988). La propuesta curricular abierta y flexible que se hace desde la reforma facilita a los centros la tarea de desarrollar un proyecto curricular que dé una respuesta educativa adaptada a las necesidades educativas de todos y cada uno de los alumnos/as (con o sin necesidades educativas especiales) (Del Carmen y Zabala, 1991; Coll y otros, 1988, 1992; Puigdellívol, 1993; Gartner y Lipsky, 1987; Rohrkemper y Corno, 1988).

Así pues, la reforma de la enseñanza adquiere sentido desde el marco del curriculum y la instrucción (Coll y otros, 1988, 1992; Brennan, 1988; Gimeno, 1988, 1992; Puigdellívol, 1993; Eisner, 1987), al constituir ambas cuestiones el eje de la integración escolar. Desde este punto de vista, la reforma posibilita un marco de reflexión para buscar soluciones a la problemática que para muchos centros supone dar una respuesta educativa acorde al tipo de necesidades educativas que presentan los alumnos escolarizados en ellos. Nos estamos refiriendo concretamente a la atención a la diversidad, cuya consideración implica una toma de decisiones que revierta en la mejora de la enseñanza del centro en general.

A este respecto, no han sido muchas las propuestas que hasta el momento han tratado de dar una respuesta global desde una perspectiva en la que el desarrollo de la integración sea tratado como un conjunto o desde la totalidad. En la mayoría de los casos, las propuestas han ido dirigidas a momentos precisos del proceso educativo, más que al de la aplicabilidad del curriculum. La preocupación fundamental ha estado centrada dentro del aula y dirigida, específicamente, a la instrucción sin que se haya cuestionado la concepción y el diseño del curriculum. Los esfuerzos han estado centrados y dirigidos a los cambios y a las modificaciones que debían ser hechas en la implementación del curriculum para adaptarlo a situaciones integradoras. De esta manera, el problema de la integración ha quedado circunscrito a las respuestas concretas que era necesario dar al alumno integrado para que él pudiese integrarse.

Es momento ya de desmantelar este planteamiento (Libro Blanco, 1987; LOGSE, 1990b), y contemplar un modelo más apropiado, que dé respuesta a las necesidades individuales favoreciendo una nueva imagen de escuela abierta a la diversidad. A lo largo de este trabajo iremos desarrollando todas estas propuestas.


1. DIVERSIDAD Y CURRICULUM
Una de las herramientas fundamentales de las que un centro dispone, para atender las características individuales y diversas de sus alumnos, es la planificación de la enseñanza. La definición que sobre el currículo nos ofrece la LOGSE (1990b, art. 4.1.) así lo corrobora: "se entiende por currículo el conjunto de objetivos, métodos pedagógicos y criterios de evaluación de cada uno de los niveles, etapas, ciclos, grados y modalidades del sistema educativo que regulan la práctica docente".

El marco que ofrece la toma de decisiones en torno al Proyecto Educativo de Centro (PEC) y el Proyecto Curricular (PCC) servirá para realizar lo expresado, organizando la puesta en práctica de las diferentes estrategias de aprendizaje implícitas en el desarrollo e implementación del curriculum.

La elaboración de estos documentos debería ser considerada como algo más que un puro proceso administrativo, debiendo llevar incorporado "el reconocimiento explícito y el compromiso con un nuevo estilo de promover el cambio en educación: participación, negociación, autonomía e implicación de la comunidad social y del profesorado (Escudero, 1992). En definitiva, estos documentos de gestión del centro tendrían que responder a la expresión y a la exigencia de un trasfondo político, social, cultural y económico, que diera respuesta a la diversidad lingüística, cultural y personal de cada alumno en particular como caracteriza a una sociedad democrática.

Desde este planteamiento, cabe hablar de un curriculum abierto y participativo que recomponga de forma no autoritaria ni centralista, las condiciones administrativas, sociales, políticas, organizativas y pedagógicas, gestionando de forma colegiada y efectiva la realidad y cultura de nuestros alumnos. Una comunidad de personas no presionadas sino interesadas por construir y mejorar desde dentro su propia misión educativa. Personas entendidas como sujetos de cambio capaces de transformar la política educativa y reconstruir el curriculum hacia respuestas educativas debidamente contextualizadas según los alumnos y sus entornos socioculturales. Sin olvidar, asimismo, las coordenadas sociales, ideológicas y políticas del momento y de nuestra historia democrática.
Esta perspectiva promueve un nuevo modelo de escuela en donde profesores, alumnos, padres y otras entidades sociales trazan su propia trayectoria como comunidad escolar. Entrar en este proceso de debate es lo realmente enriquecedor para el centro. De no ser así, la elaboración de los distintos niveles de concreción del curriculum puede convertirse en un mero trámite administrativo, como consecuencia del cual el proyecto de centro elaborado no daría cuenta explícita de la vida del centro. No tendría el valor ni la fuerza para transformar la práctica cotidiana del mismo, no respondería a una reflexión y valoración compartida de la realidad de su entorno. En definitiva, a través de él no se respondería a preguntas tales como: ¿qué educación queremos?, ¿quién la decide?, ¿qué papel corresponde a los centros, profesores y comunidad educativa en cuanto a su diseño, ejecución y evaluación?; ¿qué significa el concepto de necesidades educativas especiales?.

El concepto de necesidades educativas especiales, en el marco de la escuela comprensiva, centra su atención en las ayudas que es necesario proporcionar al alumno para optimizar su proceso de desarrollo. Desde esta perspectiva, la responsabilidad de la escuela es decisiva, puesto que tiene que asumir el compromiso de desarrollar nuevas líneas de actuación y enfoques metodológicos propiciadores de cambios en los procedimientos de enseñanza. Así pues, la acción educativa tendrá un doble objetivo: favorecer el desarrollo integral de la persona y darle los medios para alcanzar su integración en el entorno. Objetivos que se reflejarán en un curriculum abierto y flexible que comprenda lo que se les enseña a los alumnos y por qué, la forma en que se realiza y el modo en que se observa su progreso (Hegarty, 1990; Hegarty y Pokington, 1989; Hegarty, Hodgson y Clunies-Ross, 1988; Arnaiz, Illán, 1988, 1991; González Manjón, 1993). 

Consecuentemente, el curriculum constituye el elemento central para diseñar la respuesta a las diferentes necesidades educativas de los alumnos que acuden a la escuela. Un curriculum que traslada el centro de atención del proceso de enseñanza-aprendizaje desde el contenido al sujeto, para proporcionar a todos los alumnos una igualdad de oportunidades en su formación. De esta manera, se potencian sistemas abiertos de educación, que conciben el aprendizaje como un proceso realizado por el propio alumno a través de sus intercambios con el medio y a partir de sus particulares formas de pensamiento. Ello promueve una escuela abierta a la diversidad, que permite la adecuación y la adaptación del curriculum a las necesidades educativas que presenta cada alumno. Por tanto, se hace necesario un único marco curricular básico de carácter abierto y flexible que irradie las orientaciones y programas precisos para adecuarse a las exigencias particulares de cada sujeto, a la vez que considere las características concretas del medio en el cual debe aplicarse. Una planificación docente definida por los siguientes criterios, pautas e indicadores, según el MEC (1992):

a) Criterios de la calidad de la enseñanza:
* Favorecer el máximo desarrollo personal y el acceso al patrimonio cultural de un pueblo.
* Adaptarse a las peculiaridades e intereses de los alumnos,
* Responder a las necesidades de una sociedad democrática, compleja y tecnificada.
* Compensar las desigualdades sociales, favoreciendo el desarrollo máximo de las capacidades de cada uno.
* Preparar a los alumnos de forma más adecuada para su inserción en la vida activa.
b) Factores que contribuyen a la calidad de la enseñanza:
* Contenidos curriculares adaptados a los niveles evolutivos y a los objetivos perseguidos.
* Buena relación de la escuela con el entorno propio.
·       Coordinación de los diversos servicios personales y materiales que puede necesitar la escuela en un momento determinado.
·        
c) Indicadores de la calidad de la enseñanza:
* El grado de satisfacción de las personas que participan en el proceso educativo.
* El grado de participación y de consenso en la elaboración de los proyectos educativos.
* Y el ajuste a las capacidades de los alumnos y a las demandas de calificación del entorno social y productivo.

Así y tras las reflexión sobre estos criterios, factores e indicadores, cabe señalar que la concreción de todos estos elementos determinará el establecimiento de un sistema escolar no uniforme, sino necesariamente diversificado, es decir, abierto a posibles adaptaciones curriculares. Un curriculum:
- en el que se ofrezcan principios válidos para cualquier situación concreta sin señalar lo que de específico pueda tener cada realidad;
- con el que se pretende respetar el pluralismo cultural y dar una respuesta educativa que tenga en cuenta la diversidad de capacidades, intereses y motivaciones;
- que requiere diversos niveles de concreción: Diseño Curricular Base (DCB), Diseño Curricular de Centro (DCC) y Programación de aula.

Un curriculum general que se convierta en funcional y contextual para cada centro, para cada grupo y para cada alumno, y que refleje las intenciones educativas y el plan de acción a desarrollar. Funciones que, para la elaboración del curriculum, se desprenden de las siguientes preguntas:

- ¿Qué enseñar?, cuya respuesta informa sobre los objetivos y contenidos de la enseñanza.

- ¿Cuándo enseñar?, que decide la manera de ordenar y secuenciar estos objetivos y contenidos.

- ¿Cómo enseñar?, referido a la planificación de las actividades de enseñanza-aprendizaje que permitan alcanzar los objetivos marcados. Actividades que tienen que ser planificada teniendo en cuenta la realidad y las óptimas posibilidades de entre la ofrecidas a los alumnos.

- ¿Qué, cómo y cuándo evaluar?, puesto que es necesario saber si se han conseguido los objetivos pretendidos.

Los niveles de concreción, que se realizan en los diferentes elementos del curriculum, se denominan adaptaciones curriculares. Estas podríamos definirlas como el conjunto de estrategias que la comunidad educativa o el profesorado deciden aplicar para modificar:
- el DCB, en función de las capacidades, intereses y motivaciones del grupo concreto de alumnos al que se dirige la acción educativa;
- el DCC, en función del alumno o alumnos que dentro del aula presentan necesidades educativas especiales.

Adaptaciones cuya finalidad es la de favorecer una respuesta educativa adecuada a personas con necesidades educativas especiales diversas, en un mismo centro, con un currículo básicamente común y en el marco de una concepción de comprensividad de la enseñanza, que se caracteriza por:
- proporcionar una formación polivalente con un fuerte núcleo de contenidos comunes para todos los alumnos;
- reunir a chicos y chicas de una misma comunidad;
- ofrecer un mismo currículo básico para todos;
- retrasar el máximo posible la separación de los alumnos en ramos de formación diferentes;
- y proporcionar las mismas oportunidades de formación y actuación, como mecanismo de comprensión de las desigualdades de origen social y económico.

2. CÓMO DAR UNA RESPUESTA EDUCATIVA ACORDE A TODOS LOS ALUMNOS A TRAVÉS DEL CURRICULUM DEL AULA
Uno de los objetivos fundamentales de los centros educativos es convertir el curriculum del aula en un elemento fundamental de la respuesta educativa para todos los alumnos. Este planteamiento exige que el concepto de n.e.e. sea considerado desde un punto de vista policrónico y no monocrónico, en palabras de Hargreaves (1993). 

El término policronicidad considera el desarrollo desde una perspectiva multidimensional, errática y en muchos aspectos impredecible, al plantear que el desarrollo del niño no es lineal, sino que está en estrecha relación con el entorno, los resultados del aprendizaje y la familia. Todo lo cual requiere un enfoque del curriculum sistémico/ecológico, que tenga en cuenta la variabilidad de las n.e.e., que sea factible, y que considere la interacción y el alto grado de variabilidad de los alumnos de un aula. Por el contrario, un punto de vista monocrónico ve el desarrollo en términos lineales, los resultados de aprendizaje predecibles y las causas de las n.e.e. determinadas exclusivamente por el déficit que el niño posee. En el fondo, son "alumnos especiales" que, después de ser diagnosticados, se determina su intervención prescriptiva, que requiere un currícula especial descontextualizado, en muchos casos, del resto del grupo de referencia y que se lleva a cabo en entornos segregados (fuera o dentro del aula), puesto que sus necesidades son vistas como diferentes de las del resto de niños "normales".

En términos policrónicos, el curriculum del aula debería ser equilibrado, relevante y diferenciado, dando cabida a los diferentes procesos educativos que requiere la diversidad de alumnos escolarizados en ella. Estamos hablando de un curriculum que no prime exclusivamente los conocimientos académicos, sino también otra serie de objetivos relacionados con aspectos de la vida adulta, tales como la socialización, las habilidades sociales y las amistades. Objetivos que son tan importantes como los propiamente académicos y que, ciertamente, para muchos alumnos, si queremos que sean miembros activos en el entorno que les rodea, constituirán los principales objetivos educativos. En definitiva, se trataría de que cada alumno aprendiera, en la medida de sus posibilidades, los objetivos curriculares relacionados con las distintas áreas del curriculum, en los que estarían incluidos tanto las habilidades socioacadémicas, como las de la vida cotidiana (López Melero, 1995; Bayliss, 1997; Carpenter, 1997).

Otro aspecto a considerar para que el curriculum del aula incluya a todos los alumnos escolarizados en ella, es dar lugar al desarrollo de relaciones recíprocas y significativas entre los alumnos. Hasta tal punto esto es importante que se ha comprobado que el desarrollo de relaciones personales significativas entre compañeros fomenta el sentido de pertenencia y mejora los resultados escolares.

Con relación a ello, investigaciones realizadas por Stainback, Stainback y Moravec (1991) en aulas donde se encuentran escolarizados alumnos con necesidades especiales han puesto de manifiesto que estos alumnos obtienen más éxito cuando se sienten seguros, aceptados y establecen lazos de amistad con sus profesores y compañeros. Para algunos de estos alumnos los objetivos curriculares predefinidos no tienen un papel importante hasta que se ha desarrollado la aceptación y la amistad. Los resultados obtenidos por estos autores evidencian que sentirse aceptado, bienvenido y seguro entre los compañeros dentro de un entorno de aprendizaje es un prerrequisito para que los alumnos tengan éxito en las tareas de aprendizaje. En cambio, las escuelas y aulas que no obtienen el éxito esperado son aquellas que centran su atención casi exclusivamente en la valoración de las competencias de los alumnos, en actividades de la vida cotidiana, académica y vocacional y en el diseño específico de objetivos y actividades curriculares, sin tener en cuenta los intereses de los alumnos, ni haber dedicado un tiempo para que los alumnos con n.e.e. puedan establecer relaciones de amistad con los otros alumnos y se sientan seguros y aceptados.

De estas consideraciones se desprende que, en las situaciones de aprendizaje, el proceso de socialización puede proporcionar magnificas oportunidades para que los alumnos lleguen a conocerse, respetarse, preocuparse y apoyarse los unos a los otros, a la vez que aprenden destrezas académicas y habilidades sociales. Esto significa que muchas de las habilidades sociales y comunicativas que nos sirven para desenvolvernos en nuestro medio, aprender y tener una vida lo más independiente posible, los niños lo aprenden mediante los procesos de socialización con los compañeros (Johnson y Johnson, 1989, 1991, 1994). 

Se trataría, pues, de tener en cuenta que para los alumnos con n.e.e. es fundamental dar prioridad a actividades de la vida diaria y vocacional que favorezcan la aceptación, el sentimiento de pertenencia y las amistades, sin olvidar que deben participar y aprender tanto como les sea posible en materias tales como Historia, Matemáticas, etc. Por tanto, tales oportunidades no se pueden dejar al azar, sino que tienen que ser planificadas y requieren reestructurar el entorno curricular, social y físico.


2.1. ¿CURRICULUM ESTÁNDAR O CURRICULUM PARA LA DIVERSIDAD? ¿ADAPTACIONES CURRICULARES
El aula es el contexto por excelencia en el que se produce el aprendizaje de los alumnos. Esto significa que es en ella donde se produce la concreción última del curriculum, con el fin de dar la respuesra educativa más adecuada a la diversidad de alumnos escolarizados en ella (Arnaiz y Garrido, 1997).

Pero, ¿qué sucede en muchas ocasiones?. Pues que, generalmente, la programación del aula se planifica de manera general para todos los alumnos, esperando que sus contenidos sean adquiridos por todos ellos y puedan aprobar a final de curso.

La forma de llevar a cabo este proceso presupone la existencia y asunción de un corpus predefinido de conocimiento o información (que todos los alumnos tienen que aprender para tener una vida escolar y post-escolar con éxito), que se transmite mediante las explicaciones del profesor, el libro de texto, fichas y cuadernillos de trabajo. Si un alumno tiene dificultades para aprenderlo y necesita apoyos extraordinarios, se considera que tiene n.e.e. y, según la magnitud de las mismas y la capacidad de respuesta educativa del centro, dichas necesidades serán satisfechas en el aula general o pueden dar lugar a respuestas educativas en el aula de apoyo.

Esta forma de actuación y de entender el curriculum del aula cada vez está siendo más cuestionada, como argumentan Smith (1986) y Stainback y otros (1991), por las siguientes razones:

Cada vez se acepta más que en una sociedad cambiante, compleja y dinámica, ya no hay (si es que alguna vez hubo) un corpus informativo sencillo, discreto e inmóvil que se pueda ofrecer a los alumnos y que asegure una vida adulta con éxito. Por el contrario, la nueva concepción del proceso de enseñanza/aprendizaje se entiende desde un enfoque más productivo en el que se enseña a aprender a aprender, aprender a pensar y a discernir.

Un curriculum estandarizado no incluye la diversidad existente en las experiencias personales, la velocidad, los estilos e intereses de aprendizaje de todos los alumnos. Diversidad que no sólo existe entre los alumnos con n.e.e., sino también entre aquellos otros considerados con capacidades "medias" o "normales".

Cuando el curriculum está predefinido, los educadores comienzan con el curriculum en vez de con el niño. En los últimos años, se está enfatizando sobre la necesidad de construir un curriculum que preste más atención a las experiencias, percepciones y conocimiento de los alumnos, así como a aquellos elementos que, según la historia y las experiencias cotidianas, son necesarios para que las personas desarrollen una visda lo más independiente y productiva.

Los enfoques estandarizados del curriculum y de su transmisión han demostrado ser aburridos, poco interesantes y carentes de significado para muchos alumnos, ya sean discapacitados o no, puesto que un curriculum estandarizado no suele evolucionar a partir de o estar relacionado con lo que realmente ocurre en las vidas y en el mundo que rodea a los alumnos.

El "curriculum estándar" (en muchos ocasiones el libro de texto) suele privar de su autoridad a aquellas personas que participan directamente en el proceso de aprendizaje.

Como resultado de las deficiencias de un curriculum estandarizado y cerrado, hay una nueva perspectiva de aprendizaje más holística y constructivista (Poplin, 1991ª, 1991b), que está atrayendo cada vez más la atención y la aceptación dentro del ámbito educativo general. Hay un número de elementos comunes que tienden a emerger dentro de la perspectiva holistica, tales como el reconocer que el alumno es el centro del aprendizaje, que se construye sobre sus puntos fuertes (lo que ya sabe), para facilitar el aprendizaje y el éxito. Desde este enfoque, se dedica poco o ningún esfuerzo a "remediar los déficits" y las debilidades, que son tratadas o compensadas cuando los niños participan en procesos de enseñanza/aprendizaje cuyas actividades y proyectos están relacionados con la vida real y tienen un fin.



Una perspectiva holistica/constructivista del curriculum reconoce que:

El contenido que hay que aprender debe tener en cuenta la dinámica de la naturaleza de aquello que se necesita para vivir y trabajar con éxito en una comunidad (recordemos que se trata de aprender a aprender).

Para que la información se pueda aprender y usar, ésta debe tener un significado y un sentido para el alumno. Se trataría de tener en cuenta el potencial de aprendizaje y la competencia curricular de cada alumno, formado por sus experiencias, sus intereses y su comprensión. 

Igualmente, y desde esta perspectiva, el profesor es visto como un mediador en el proceso de enseñanza/aprendizaje de los alumnos, que participan activamente en este proceso de información significativa e interesante para ellos, más que como un transmisor del "curriculum". Así, el aula adquiere otra dimensión y estará llena de proyectos y actividades de la vida real con un fin concreto.

Estamos ante una perspectiva que no defiende un curriculum cerrado y estandarizado que todos los niños deben dominar al mismo tiempo, independientemente de sus trasfondos sociales, características de aprendizaje, intereses y experiencias individuales. Por el contrario, la teoría o filosofía que subyace en la perspectiva constructivista nos aparta de la enseñanza de destrezas aisladas en marcos aislados (lo que tradicionalmente ha caracterizado muchas de las intervenciones de la Educación Especial) y propone contextos de aprendizaje que potencien la cooperación e intervención entre los alumnos. Actuando de esta manera, estaremos permitiendo que todos los alumnos se beneficien de todas las oportunidades educativas que se ofrecen en las aulas, en lugar de usar el curriculum para clasificar a unos alumnos como triunfadores y a otros como fracasados (Ainscow, 1995).

Asimismo, este nuevo enfoque toma algunas ideas básicas del estructuralismo, tal como la consideración del aprendizaje como una serie de transformaciones autoreguladoras, determinadas por nuestra propia espiral de conocimientos. De esta forma, en la medida que se introducen conocimientos en la espiral de una persona, la estructura existente y la nueva se interrelacionan entre sí, haciendo que una transforme a la otra.

El siguiente cuadro, tomado de Poplin (1991a), resume las características puntuales de esta nueva perspectiva.

PRINCIPIOS DEL PROCESO DE ENSEÑANZA/APRENDIZAJE
ESTRUCTURALISTA/CONSTRUCTIVISTA/HOLÍSTICO

ASUNCIONES ESTRUCTURALISTAS


1. Toda experiencia aprendida es mayor que la suma de las partes.
2. La interacción de la experiencia aprendida transforma tanto la espiral de cada persona (el total) como cada experiencia individual (parte).
3. La espiral de conocimientos del que aprende es auto-reguladora y se auto-preserva.

PRINCIPIOS CONSTRUCTIVISTAS


1. Todas las personas son aprendices, buscan siempre activamente y construyen nuevos significados, aprendiendo siempre.
2. El mejor pronosticador de lo que alguien aprenderá y cómo lo aprenderá es lo que ya conoce.
3. El desarrollo de formas exactas sigue a la aparición de la función y el significado.
4. El aprendizaje procede frecuentemente del todo a la parte y de nuevo al todo.
5. Los errores son críticos para el aprendizaje.

SUPUESTOS HOLÍSTICOS


1. Los que aprenden lo hacen mejor a partir de experiencias sobre las que se sienten apasionadamente interesados e involucrados.
2. Los que aprenden lo hacen mejor de personas en las que confían.

3. Las que mejor se aprenden son las experiencias relacionadas con los conocimientos e intereses actuales del aprendiz.
4. La integridad es una característica primaria de la mente humana (del que aprende).

Nuestro sistema educativo, como indicamos anteriormente, propone las adaptaciones curriculares como una estrategia de actuación docente para la atención a la diversidad. Mas podríamos preguntarnos: ¿las adaptaciones curriculares tienen cabida desde el citado punto de vista constructivista/holista, o por el contrario responden y/o pueden potenciar un marco segregador?. Quizás definir qué son, para qué sirven, cómo y cuándo llevarlas a cabo nos ayude a contestar esta pregunta.

Las adaptaciones curriculares, enmarcadas dentro del movimiento conocido como "adaptación de la enseñanza", hacen referencia al intento de adecuar la enseñanza a las peculiaridades y necesidades de cada alumno (sea o no de integración). En él se alude al reconocimiento no sólo del aula como conjunto heterogéneo y diverso de alumnos, sino como conjunto de individualidades para el que no existe una respuesta educativa única (Rohrkemper y Corno, 1988).

Casanova (1988), Martín (1988) y Ortega (1989) consideran que las adaptaciones curriculares pueden constituirse en los principales elementos curriculares que atiendan a las necesidades de los alumnos. En el Diseño Curricular Base (MEC, 1989b) se nos asegura que son una estrategia educativa que tiene el profesorado, con el objetivo de individualizar el proceso de enseñanza aprendizaje. Asimismo, las adaptaciones curriculares están íntimamente relacionadas con la calidad de la enseñanza. Efectivamente, en la LOGSE (Art. 57) se reconoce que, entre los factores educativos que favorecen la calidad y la mejora de la enseñanza, están los que se refieren a la programación docente y a la necesidad de las adaptaciones curriculares.

Así pues, las adaptaciones curriculares pueden ser entendidas como un elemento vehiculizador de la enseñanza/aprendizaje de todos los alumnos, siempre que se comprendan sus objetivos y finalidad, y no queden reducidas a un mero trámite. La realización de adaptaciones curriculares de Centro, de aula, de grupo o individuales tienen sentido si conducen a una revisión y toma de decisiones respecto al proceso educativo y mejoran la calidad de la enseñanza. Deben ser concebidas como nos indica Hegarty (1990), como una referencia al curriculum que permite construir, modificar y explorar el mismo y someterlo a la prueba mediante la propia acción del centro y del aula. Por ello, las adaptaciones curriculares serán abordadas a lo largo de un "continuum" cuyos extremos vayan desde la simple modificación del tiempo previsto para alcanzar un objetivo común a todos los alumnos, a la eliminación y/o introducción de algún objetivo, contenido o actividad curricular, pasando por la adaptación de la evaluación y la priorización de ciertos objetivos o áreas curriculares frente a otros (Martín, 1988, Libro Blanco, 1987; Coll, 1990; Ashman, 1990; Arnaiz y Grau, 1997).

No olvidemos, a este respecto, que no sólo los alumnos con n.e.e. tienen necesidades, capacidades e intereses distintos que se traducen en niveles de aprendizaje diferentes, sino todos los alumnos. Así, cualquier alumno o grupo puede requerir ajustes o adaptaciones curriculares para compensar sus dificultades y acceder a los aprendizajes considerados básicos para la administración educativa. Por tanto, cuando hablamos de adaptaciones curriculares estamos hablando de una estrategia de planificación y actuación docente y, en ese sentido, de un proceso para tratar de responder a las necesidades de aprendizaje de cada alumno. De esta manera, estaremos garantizando la adquisición de saberes que constituyen el bagaje de todo ciudadano, atendiendo al mismo tiempo a la diversidad de las situaciones educativas. Igualmente, estaremos ofertando una progresiva diferenciación de los contenidos para equilibrar el principio de comprensividad y el principio de satisfacción de los diversos intereses y capacidades, favoreciendo elecciones sucesivas de los alumnos en el marco de la oferta educativa.

Este planteamiento me lleva a pensar que las adaptaciones curriculares pueden responder a un enfoque constructivista/holista, siempre que sean entendidas como una herramienta de trabajo que facilita la toma de decisiones sobre las características de la respuesta educativa, que mejor atienda a las características personales, competencia curricular y estilo de aprendizaje de todos y cada uno de los alumnos de un aula. Y siempre que su implementación quede enmarcada en procesos de enseñanza-aprendizaje en los que participen todos los alumnos y no den lugar a segregación, como puede ser el diseño de unidades didácticas y/o el estudio de tópicos implementados mediante técnicas de aprendizaje cooperativo.

A continuación, dedicaré la parte final de este trabajo a la presentación de una serie de estrategias que nos ayuden a concretar cómo es posible el diseño e implementación de un curriculum para la diversidad, en el que queden contempladas las posibles adaptaciones del mismo que cualquier alumno requiera.

3. ESTRATEGIAS PARA LA PUESTA EN PRÁCTICA DE UN CURRICULUM PARA TODOS

Las estrategias que, desde una perspectiva constructivista/holista, pueden ser utilizadas para el diseño de una programación de aula que atienda a la diversidad de sus alumnos son, principalmente, establecer objetivos de aprendizaje flexibles, diseño de actividades multinivel y técnicas de aprendizaje cooperativo, como nos indican las explicaciones y ejemplos de Stainback y otros ( 1991).

El diseño de objetivos de aprendizaje flexibles se hace del todo necesario ante la diversidad de alumnos escolarizados en las aulas y requiere por parte de los profesores la reflexión de qué enseñar. Así, aunque los objetivos educativos básicos para todos los alumnos puedan ser los mismos, los objetivos de aprendizaje curricular específicos deben ser individuales en algunos casos para adecuarse a las necesidades, destrezas, intereses y habilidades únicas de algunos alumnos (Villa & Thousand, 1992, 1995).

Cuando los objetivos que los alumnos deben alcanzar no han sido establecidos teniendo en cuenta sus habilidades individuales y quedan fuera de su alcance, los alumnos pueden adoptar una actitud apática hacia el trabajo escolar y dejar de intentar conseguirlo. Dado que algunos alumnos muestran una incapacidad de aprendizaje cuando no existe una correspondencia entre los objetivos de aprendizaje y competencia curricular, no debería usarse un único conjunto de objetivos estandarizados para satisfacer las habilidades de aprendizaje de todos los alumnos en un aula que quiera ser integradora. Asimismo, hay que tener cuidado a la hora de considerar las habilidades individuales, ya que éstas pueden y deben ser consideradas desde la perspectiva de lo que ocurre en el aula. Desarrollar unos objetivos separados o diferentes para uno o para unos pocos alumnos puede dar lugar a su aislamiento y/o segregación dentro de la clase; por tanto, las actividades que tratan las diversas habilidades de los alumnos, y/o que tienen un número de personas atendiendo diferentes objetivos, deben estar siempre contextualizadas en las tareas que realiza el grupo/clase, para que pueda ser compensado este problema potencial.

El diseño de actividades multinivel constituye otra forma de atender la diversidad en el aula porque posibilita que cada alumno encuentre, respecto al desarrollo de un contenido, actividades acordes a su nivel de competencia curricular.

A modo de ejemplo, exponemos la adaptación de actividades implementada en la clase de historia de un instituto, donde el objetivo general era "entender la Guerra Civil." Uno de los objetivos primarios de los alumnos era aprender acerca de los protagonistas de la guerra a través de lecturas, investigación en la biblioteca o discusión en el aula. Había un estudiante que tenía un gran talento artístico pero no sabía leer ni escribir y tenía una dificultad considerable para expresarse verbalmente. Mientras que la tarea desempeñada por otros alumnos era en leer, este estudiante tenía que dibujar retratos de estos personajes que estaban a su disposición en los libros de texto. Sus dibujos sirvieron para estimular la discusión en clase. Se pidió a los alumnos que compartieran con éste y con otros todo lo que habían aprendido durante la lectura de los libros y la investigación sobre esa persona. Como método de evaluación, la mayoría de los alumnos escribieron un ensayo sobre uno de los personajes de la Guerra Civil que habían estudiado. Sin embargo, este alumno y algunos compañeros dibujaron un mural sobre la Guerra Civil que representaba a las personas estudiadas. El mural sirvió de base para culminar la contribución de los ensayos y la discusión de esas personas históricas. Así, el talento del estudiante que no podía aprender y compartir información sobre los personajes históricos de la Guerra Civil, de la misma forma que la mayoría de los estudiantes, participó con sus compañeros en las actividades curriculares del aula.

Como puede comprobarse en este ejemplo, el alumno con n.e.e. contribuyó en la actividad dibujando unos cuadros y un mural, que fueron usados para estimular la discusión en el aula. Tuvo la oportunidad de mejorar sus habilidades en pintura, participación grupal, audición y respuesta a sus compañeros. Además, tuvo la oportunidad de compartir y aprender junto a sus compañeros la información acerca de los protagonistas de la Guerra Civil.

Otra de las variaciones curriculares que se pueden llevar a cabo para acomodar las diferentes habilidades de los alumnos son las adaptaciones múltiples. Estas consisten en implementar simultáneamente varias modificaciones sobre un mismo elemento, como pueden ser adaptar objetivos, perseguir objetivos diferentes o adaptar actividades.

Un ejemplo de adaptaciones múltiples tuvo lugar en el estudio de las plantas en una clase de biología en un instituto. El objetivo era aprender y entender las características y aspectos del crecimiento de varias plantas. Los miembros de la clase visitaron un invernadero y participaron en el cultivo de plantas dentro la clase. Además de los tradicionales libros de texto, el profesor de la materia y el de apoyo prepararon una variedad de materiales sobre las plantas, como libros con dibujos de plantas en distintas etapas de crecimiento, folletos sencillos que mostraban como cultivarlas, libros con historias sobre plantas y libros de texto que tenían material sobre plantas, que iba desde lo más elemental hasta un nivel universitario. Como objetivos de aprendizaje, muchos estudiantes tenían que aprender y comprender los tipos de plantas (ej., vasculares, no vasculares), la terminología técnica de las partes de la planta (ej., tallos herbáceos) y los procesos técnicos de la vida de las plantas (ej., fotosíntesis).

Los alumnos tenían sus objetivos específicos propios al tiempo que participaban en actividades de grupo con sus compañeros. Por ejemplo, había un alumno que tenía dificultad para leer y comprender bien las palabras técnicas que describían las plantas, pero aun así participó encargándose de etiquetar las partes de las plantas usando un lenguaje cotidiano. También aprendió junto a sus compañeros a poner semillas, esquejes, raíces y plantas pequeñas dentro de basura y a vigilar su crecimiento. El profesor le preguntaba aspectos básicos de las plantas y de los procedimientos básicos de su cultivo, de la misma forma que le hacía preguntas a otros alumnos sobre la terminología técnica y los procesos de crecimiento.

Los alumnos no sólo aprendieron acerca de las plantas, sino que trabajaron en equipo y contribuyeron a la mejora de la clase cultivando algunas plantas dentro del aula. Todos se beneficiaron. Un alumno aprendió las partes prácticas de las plantas y cómo cultivarlas, además de algunas palabras y aspectos de los procesos técnicos del crecimiento escuchando y observando a sus compañeros; otros relacionaron la terminología, los conceptos y las ideas técnicas que estaban estudiando en la clase de biología con las plantas reales.

El aprendizaje cooperativo constituye una excelente estrategia para la atención a la diversidad. La razón hay que buscarla en las características del tipo de técnicas, que permiten trabajar con grupos heterogéneos, estructurar las tareas mediante actividades multinivel, y la colaboración de todo el grupo que requiere que cada uno de sus componentes dé lo mejor de sí mismo (Johnson & Johnson, 1989; 1991; Serrano y Calvo, 1994).

En nuestro actual sistema educativo los fines de la educación son los mismos para todos los alumnos, pero existe la posibilidad de que cada alumno lo construya de forma diferente. Por consiguiente, la utilización de las técnicas de aprendizaje cooperativo ayuda al profesor a adaptar el curriculum a las necesidades de todos los alumnos, haciendo posible que cada uno de ellos alcance los objetivos de forma diferente.

Ferguson y Jeanchild (1991) exponen tres reglas que pueden ayudar a implementar el curriculum usando las técnicas de aprendizaje cooperativo. Cada una de ellas son expuestas a modo de ejemplo, ofreciendo a la vez pequeños "trucos" que ayudan a utilizarlas con mayor eficacia y les sirven de modelo para crear sus propios trucos.

Regla 1: Maximizar la variación entre las características de los alumnos

La mera agrupación de alumnos con características muy diferentes no garantiza una relación positiva ni mejora el aprendizaje. La clave del éxito está en la forma de organizar los grupos y en una adecuada planificación de las experiencias que se vayan a llevar a cabo.

La primera tarea será decidir qué alumnos, cuyas características sean completamente distintas, pueden estar juntos. Se trataría de agrupar a los alumnos según una serie de características que incluyan, por ejemplo, sexo, etnia, habilidades de actuación altas-medias-bajas y las habilidades de comunicación e interacción social altas-medias-bajas. A continuación, se ofrecen algunos trucos de los citados autores que pueden ayudar a determinar qué alumnos pueden agruparse juntos:

Alumnos con diferentes capacidades de comunicación. Consistirá en incluir al menos un alumno con destrezas interpersonales y de participación en grupo y, como mucho, otro que necesite una ayuda intensiva con estas habilidades. Para mantener el equilibrio se deberían incluir alumnos parlanchines, e incluso ruidosos y tranquilos.

Alumnos con diferentes habilidades para la tarea: se trataría de elegir alumnos con habilidades distintas, con el fin de obtener un equilibrio entre los alumnos que requieren una considerable ayuda para completar la tarea, con alumnos más capaces.

No aislar a ningún alumno e intentar establecer grupos pidiendo a los alumnos que elijan tres compañeros con los que le gustaría estudiar. Todos deberían estar en un grupo que tenga al menos un compañero elegido por ellos. Los alumnos a los que nadie ha elegido deberían estar rodeados de compañeros capaces que les proporcionen apoyo y tengan suficiente interés para establecer una relación.

Comenzar con grupos pequeños. Recomendamos que los profesores establezcan grupos que tengan al menos seis miembros, cambiando el tamaño según las necesidades individuales de los alumnos, los objetivos de la lección y la energía instructiva del profesor. Hasta que los profesores descubran sus propias preferencias y límites, es más fácil trabajar con grupos pequeños.

Hacer que los alumnos trabajen con todos los componentes de la clase en diferentes momentos del semestre o del año. En lo referente al tamaño del grupo, hay muchas recomendaciones diferentes con respecto al tiempo que cada grupo debería permanecer junto. Los profesores descubrirán sus propias reglas sobre esto. Cualesquiera que sean las decisiones sobre la duración del grupo, los profesores deberían organizarlo para que todos trabajen con todos en alguna ocasión a lo largo del año.

Hay dos razones clave para llevar a cabo una instrucción con grupos heterogéneos: que los alumnos aprendan a utilizar los distintos materiales a su disposición y consigan finalizar la tarea trabajando juntos; y que los alumnos construyan relaciones recíprocas, creen un sentido de experiencia compartida, aprecien la diversidad humana y desarrollen capacidades de colaboración y cooperación. Una vez que los profesores han decidido la composición del grupo, la siguiente regla será organizar las experiencias de aprendizaje del grupo para que los alumnos aprendan a depender de los demás, a conseguir los objetivos compartidos y a ayudarse mutuamente. Para ello es aconsejable: 

Disponer el entorno para que los alumnos de cada grupo puedan verse, compartir los materiales y ayudarse. Los arreglos variarán según el número de grupos. Los profesores necesitan recordar que deben poder acceder con facilidad a cada grupo y a cada individuo que pueda necesitar ayuda extra. Rodear a los alumnos que tienen necesidades más graves con estudiantes particularmente atentos que sean más capaces de asegurar una participación total en el grupo ayudándoles físicamente e interpretando su idiosincrática comunicación. 

Disponer los materiales y la información de forma que anime a los alumnos a depender de los demás y a trabajar hacia metas comunes. Hay varias formas de conseguir esto. Por ejemplo, proporcionar a cada grupo una copia única del material para que tengan que compartirla, o cada alumno recibe una parte del material o de la información necesaria para completar la tarea. 

Diseñar la instrucción de forma que el grupo considere que son necesarios los esfuerzos de todos los miembros. Hacer los arreglos necesarios para que los alumnos menos capaces, o menos populares a causa de comportamientos molestos, dominen algún área que sea necesaria para el resto del grupo y para la finalización de la tarea. Por ejemplo, se podría arreglar para que un alumno con discapacidades importantes tenga materiales o información esenciales o para que distribuya o recoja los materiales necesarios. 
Maximizar las interacciones entre alumnos durante la actividad. Asignar funciones que sean esenciales para el proceso del grupo como encargado de ayudar, leer, verificar, recoger datos, animar o informar. Estos papeles pueden ser rotativos entre los alumnos. En algunas situaciones, los profesores pueden animar el aprendizaje del grupo haciendo que el aprendizaje de un alumno ponga a prueba el de otro. 

Equilibrio entre las interacciones. Enseñar a los alumnos a trabajar con todos los miembros del grupo y a aprender sobre ellos mismos al tiempo que aprenden sobre los demás. Por ejemplo, una forma de enseñar habilidades cooperadoras a un alumno con problemas de audición o que suele interrumpir al grupo consiste en hacer que el alumno observe y recoja datos sobre el comportamiento de los otros alumnos al trabajar en turnos. Otra estrategia sería hacer que el alumno asumiera la función de "animador" alabando el que otros alumnos escuchen o participen. 

Equilibrar la instrucción durante el día y la semana en lugar de durante la lección. Hacer grupos heterogéneos da la oportunidad de prestar atención y apoyo a diferentes alumnos en diferentes momentos. Algunos alumnos necesitarán menos apoyo y atención del profesor porque aprenden bien solos o porque ya controlan la tarea. Mientras que un alumno esté empezando a utilizar el material dado, otro puede usar la lección para practicar. Por lo tanto, en cualquier grupo habrá alumnos de "baja intensidad" y de "alta intensidad". Resulta útil usar un calendario semanal o alguna otra forma de resumen instructivo semanal para asegurarse de que existe un equilibrio en el número de oportunidades de aprendizaje que los alumnos tienen durante la semana. Un vistazo rápido asegurará a los profesores que todos los alumnos tienen un número equilibrado de oportunidades de aprendizaje de alta y baja intensidad. 

Recompensar al grupo por desarrollar estrategias para ayudarse mutuamente, por hacer participar a todos sus miembros y por resolver cualquier dificultad interpersonal. Los grupos pueden informar al profesor sobre este apoyo y estas experiencias a la hora de resolver problemas como una forma de seguimiento de los alumnos. 

Establecer un claro comienzo y final para cada grupo. El grupo debería saber que ayudar, cooperar y encontrar formas de incluirse mutuamente es parte del objetivo del grupo. Cada grupo debería empezar con una revisión de sus objetivos y finalizar autoevaluando los esfuerzos y el progreso de cada miembro. Agrupar la actividad del grupo con este tipo de organización puede ayudar a que los profesores y los alumnos tengan una transición suave entre los grupos y las actividades. 

Recoger información sobre los comportamientos interpersonal y cooperativo de los alumnos e informar y adaptar las estrategias de enseñanza. Recoger datos de forma intrusa, e intentar incluir a los alumnos en la recogida de información. Y lo más importante, la información se debería recoger de forma rutinaria para guiar las decisiones instructivas.

El propósito global de la instrucción del grupo heterogéneo es usar las diferencias de los alumnos para mejorar el aprendizaje de cada alumno del grupo. Las dos primeras reglas se centran en el establecimiento de grupos heterogéneos y en el diseño de la experiencia de aprendizaje del grupo para animar el desarrollo de habilidades cooperativas y relaciones recíprocas entre los alumnos. La tercera regla se centra en capacitar a los alumnos para que dominen el contenido instructivo.

La escuela no trata sólo de las interacciones sociales. Aunque la inclusión social es un resultado escolar importante, las escuelas también deben ayudar a que los alumnos aprendan cosas que les permitan participar activamente en la vida fuera de la escuela. Para que sean participantes activos, los alumnos deben adquirir competencia en numerosas dimensiones. A continuación se ofrecen algunos "trucos" que pueden ayudar a ello:

Minimizar la variación de las características de la tarea. Cuando los profesores diseñan la instrucción grupal, deberían combinar actividades o tareas que estén relacionadas o que se puedan realizar en períodos de tiempo similares y en el mismo lugar o en un lugar cercano. Esto ayuda al profesor con los aspectos logísticos de las demandas instructivas del grupo y ayuda a los alumnos a comprender el significado y la importancia de la lección. 





Variar la cantidad de lo que debe aprender cada alumno. La instrucción basada en criterios debería ser usada para decidir los resultados educativos críticos de cada alumno, especificando el comportamiento deseado. Los alumnos pueden trabajar en diferentes partes de una actividad conjunta o recibir diferentes tareas (listas, palabras, problemas, tareas) dentro del grupo. 

Centrarse en la cooperación más que en la competición. Además de los objetivos académicos o de actuación, cada alumno debería aprender sobre sí mismo y sobre los demás. Los alumnos menos capaces son los que más sufren como resultado de las percepciones sociales que surgen de las situaciones instructivas competitivas. Los profesores deberían usar resultados de mejora individuales, medias de grupo, objetivos de aprendizaje individuales o algún tipo de combinación para evaluar el éxito de aprendizaje. Los profesores deberían recordar que la tarea de un estudiante podría representar un apoyo o un antecedente para la experiencia de otro alumno. Esto ayudará a la creatividad de los profesores. 

Anotar y recompensar los logros académicos individuales. La tarea académica y el criterio del éxito deben ser explicados para que los alumnos comprendan los objetivos de la lección. Los alumnos deben entender que los objetivos de la lección son conseguir sus propios objetivos académicos y asegurarse que los demás del grupo también los alcancen. Esta responsabilidad compartida ayudará a incrementar la cooperación del grupo independientemente de la habilidad del alumno. 

Recompensar los logros individuales y del grupo. Alabar las respuestas correctas y señalar a los otros miembros del grupo los logros individuales. Los profesores deberían animar a los alumnos a que se ayuden entre sí y controlar las percepciones que unos tienen de otros; hay que asegurarse de que todos los miembros del grupo ven a sus colegas como personas competentes y que contribuyen a las actividades del grupo. Intentar evitar un halago excesivo o diferente para los alumnos con discapacidades, ya que puede llevar a que otros miembros del grupo piensen que aquellos son diferentes o menos competentes. 

Proporcionar ayuda para asegurar el éxito individual, especialmente en relación con los errores. Identificar por qué los alumnos se equivocan y ayudarles para que realicen la tarea correctamente sin cometer errores. Sólo se aprende de los errores y de la confusión cuando los profesores ayudan a que los alumnos comprendan la causa del incidente. 

Evaluar y controlar sistemáticamente la actuación de cada alumno. Los profesores seleccionan al azar los alumnos cuyo trabajo van a corregir o puntuar, eligiendo alumnos alternativos para observar y recoger información sobre su actuación, o escogiendo al azar el trabajo de un miembro del grupo para que lo represente en su totalidad. Los datos deberían recogerse en días diferentes y sólo si se van a usar para tomar decisiones o para hacer cambios instructivos. 

Y, finalmente, enseñar a los alumnos a que evalúen su propio aprendizaje. Todos los miembros del equipo usan un sistema de criterios para evaluar sus logros y un producto (informe, un conjunto de respuestas) para ver quien contribuyó o el número de miembros que alcanzó un nivel específico. Incluir a los alumnos en las discusiones sobre sus logros y sobre cómo podrían intentar hacer algo diferente al día siguiente.

Como conclusión a este trabajo podríamos decir que la diversidad de alumnos presentes en un centro es un factor esencial para mejorar la práctica educativa. La planificación del curriculum por parte de los profesores se constituye, como se ha pretendido exponer a lo largo de los apartados de este capítulo, en el referente básico para este cambio y en el principal recurso para la atención a la diversidad.







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